A veces, la pila de ropa en mi silla no es una señal de pereza; es el síntoma de que, en ese momento, simplemente no puedo con todo. Y está bien.
Siempre me ha apasionado lo femenino: me pierdo en las estéticas rosadas, el minimalismo y esa sensación de calma que da un espacio visualmente perfecto. Pero, durante mucho tiempo, esa pasión se convirtió en mi propia jaula. Me impuse la presión de mostrar un orden absoluto, las 24 horas del día. Como soy una persona naturalmente distraída y flexible, mantener ese estándar se volvió una batalla que estaba destinada a perder.
Mi sueño era despertar cada mañana en una habitación de revista, pero la realidad es que ese orden solo existe si yo lo construyo, minuto a minuto. Durante un tiempo lo intenté: viví bajo un sistema rígido y cuadrado que me exigía un esfuerzo mental agotador. Ordenaba varias veces al día, me obsesionaba con que mi maquillaje no se corriera y que cada pelo estuviera en su lugar.
Pronto descubrí que eso no es vida.
Me agoté. Me frustraba no alcanzar una imagen que, al final del día, es meramente superficial. Me aterraba el juicio ajeno: ¿qué pensarían si veían esa pila de ropa en mi silla? No quería ser "la desordenada". Pero en ese punto de quiebre, entendí algo vital: el desorden es una prueba de que hay vida. Sin movimiento, no hay caos; hay belleza en los objetos que cumplen su función. Si alguien te juzga por una silla llena de ropa, es porque no conoce la realidad de vivir plenamente (sin caer, por supuesto, en el descuido total).
Hoy entiendo que el bienestar mental no nace de un cuarto impecable, sino de un espacio donde mi mente pueda descansar, incluso si ese descanso incluye un poco de desorden.
He decidido soltar la culpa y abrazar mi naturaleza flexible. Por eso, hoy te presento la primera regla del Pensamiento Clean-ishh:
Todos los días nos damos permiso de dejar algo sin ordenar. Aquí no buscamos el "CLEAN" absoluto, buscamos el "ISHH". Porque al final del día, mi habitación está para servirme a mí, y no yo para ser esclava de mi habitación.
Y tú, ¿qué parte de tu rutina vas a permitirte que sea "ishh" hoy?

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